Premio a la verdad proclamada.




Reseña sobre la concepción, creación, publicación y suerte, de un par de artículos escritos acerca de las aguas caribeñas perdidas en las rapaces manos nicaragüenses.









Por:
Luis Eduardo Schroeder Soto.




Artículos en referencia:


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Anécdota acrílica. Sobre: El vaticinio de la pérdida de aguas en el Archipiélago de San Andrés. Publicado en la Cyber-Corredera Nº 146 de enero 2013. Para consultarlo hacer clic en esta pequeña figura.


La verdad duele. Sobre: La historia del rasponazo de 75.000 kilómetros cuadrados al mapa de Colombia, en aguas de San Andrés. Entregado como anexo a la Cyber Corredera Nº 148 de marso 2013 en formato PDF, y publicado en el Fascículo Nº 50 del Pañol de la Historia de la Armada Nacional de la República de Colombia, editado el 23 de abril 2013. Para consultarlo hacer clic en esta pequeña figura.


Fascículo Nº 50 del Pañol de la Historia dela Armada Nacional de Colombia.






De arranque furioso a escrito ardoroso.


Todo tuvo su inicio a fines del primer año del nuevo milenio (2001), cuando apenas entrando en el mes de diciembre, con su tradicional frio, oscuridad diurna, y los preparativos navideños, por estas nórdicas latitudes escandinavas, encontrándome leyendo el diario El Espectador por Internet, me atraganté tomando mi desayuno, al ver la insólita noticia (2001.12.06-Ju.) de que los “nicos” reclamaban como suyo el archipiélago de San Andrés.


¿Qué vaina es esta? …me pregunté en voz alta más furibundo que desconcertado. Algunos años antes había leído alguna cosa sobre el desconocimiento que Nicaragua hacía de un tratado que en alguna ocasión había firmado con Colombia, en conexión con la delimitación de unas costas y aguas en disputa entre los dos países, pero esto de ahora, de pretender hacerse dueños de nuestro archipiélago en el Caribe, así tan descaradamente, además de volarme la chispa de colombiano de mecha corta, despertó en mí un interés insaciable de enterarme en detalle sobre lo que había detrás de semejante desparpajo noticioso. Y así fue que poco a poco empecé a documentarme sobre la historia de las Islas de San Andrés, siguiendo con la extraña sensación de un entusiasmo aguijoneado, lo que entonces también comenzaba a divulgarse sobre tratados, negociaciones y medidas tomadas por los gobiernos de turno en ambos bandos.



Reconozco que en el fondo de la investigación que con ahínco comenzaba a tomar gran parte de mis horas libres, había algo que me preocupaba un tanto, toda vez que en mis primeros años en que empezaba a laborar para ganarme el pan de cada día, quiso el destino que mi vida se orientara en un compromiso voluntario de dedicar mi rutina cotidiana en precisamente patrullar con celo por aquellas mismísimas aguas caribeñas (1958 – 1961). Eran mis primeros años como Oficial de la Armada Nacional de mi adorada Colombia. Lo que me impacientaba, que llegué a comprenderlo muchos años más tarde, era un impasse de inconformidad conmigo mismo, originado por una genuina insuficiencia de ilustración, pero no a razón de un descuido de mi parte, sino paradójicamente por exceso de mística en el oficio que entonces me ocupaba junto con mis compañeros de arma. Navegando a bordo de fragatas destinadas a ejercer la soberanía de Colombia por aquellas bellas aguas sanandresanas, incuestionablemente nuestras, no había tiempo, ni lugar, mucho menos razón para estudios previos sobre la latente situación problemática con Nicaragua, siendo nuestra misión, deber y orgullo, mostrar y hacer respetar a los cuatro vientos, la soberana presencia de nuestro Pabellón Nacional izado en su driza a tope.



Fragata ARC Capitán Tono, 1958.

No obstante, queda en su lugar reconocer que hubiese sido de gran valor, haber tenido entonces conocimiento más a fondo de la frágil realidad de esa soberanía por la que entonces con inquebrantable perseverancia surcábamos aquellas aguas. La existencia de un desbalance informativo, que infelizmente bloqueaba un amplio y transparente conocimiento general, sobre el verdadero calibre de las amenazas formuladas por los nicaragüenses, pasaría desgraciadamente más tarde factura a todo el pueblo colombiano, como ha quedado demostrado. En mi caso particular, tal como vengo narrando, la alarma sobre la latente amenaza no se había hecho esperar.




Pasados seis (6) años de aquel desayuno atragantado, ocurrió la feliz celebración de las bodas de oro de nuestra promoción XXIV de oficiales de la ARC. En Cartagena nos congregamos los compañeros en vida, e iniciando con una ceremonia conmemorativa en la Escuela de Cadetes en Manzanillo, disfrutamos de un animado programa durante una semana (2007.11.22 a 2007.11.26) en el que reinó el jolgorio junto con los más efusivos sentimientos de compañerismo, en un mar de nostalgia salpicado de francachela y comilona. El segundo día de celebraciones (2007.11.24-Sa.) en visita que hicimos al ARC Caldas, aconteció lo que luego llamaría “encuentro acrílico” en el centro de información de combate de la unidad (C I C), que curiosamente llegó a convertirse en un vaticinio de lo que esperaba a nuestro país, de seguir con aquellas algo enredadas negociaciones con Nicaragua. Cabe anotar que ya para entonces el gobierno de Colombia había sido insólitamente condescendiente con la demanda puesta por aquel país ante la Corte Internacional de Justicia, y con ello se había puesto al arbitrio de terceros, el destino de todo el Archipiélago de San Andrés. De esto doy noticia en mi artículo intitulado Anécdota acrílica.


Fragata ARC Caldas, 2007.


Regresando luego al atracadero de las aguas tranquilas de mi jubilación, Gotemburgo en Suecia, pasadas apenas dos semanas de nuestro programa de aniversario en Cartagena, se publicó la noticia sobre el Fallo preliminar de la Corte Internacional de Justicia (2007.12.13-Ju.), en respuesta a las Excepciones preliminares presentadas por Colombia (2003.07.21-Lu.) a razón de la demanda formulada por Nicaragua pretendiendo soberanía sobre el archipiélago de San Andrés (2001.12.06-Ju.). Y transcurridos cinco (5) años más, recibiendo el horrible baldazo de agua fría que nos arrojara la misma Corte (2012.11.19-Lu.), ocasionando el más horrible rasponazo al mapa de Colombia, pasándole descaradamente a los nicaragüenses 75.000 kilómetros cuadrados de nuestras aguas territoriales, se hizo así infelizmente realidad aquél trágico vaticinio, confirmándose igualmente la presencia de esa oscura laguna de desinformación, que hiciera que el pueblo colombiano se sintiera cogido por sorpresa. Este conjunto de inaceptables contingencias, fue la razón que me llevó a escribir y divulgar lo que había logrado aprender sobre la verdadera historia de lo acontecido, en un estudio al que le di el nomológico y sensato título La verdad duele.
¡No se hizo justicia!



Cuando la idea fragua en realidad.




Así fue que después de un exhaustivo estudio investigativo, y largas horas de laboriosa redacción, teniendo ya debidamente estructurados el par de artículos mencionados antes, entré a fines de noviembre de 2012 en contacto con nuestro estimadísimo Enfermero Pinto, alma y oráculo de la Cyber Corredera, fuente informativa de la familia naval colombia, para enterarme de la posibilidad de publicarlos en ésta, y tuve de él una amable y expedita respuesta animándome a enviarle mis escritos, lo que hice a mediados de diciembre, y así con la Cyber Nº 146 de enero 2013 se publicó la Anécdota acrílica, informándoseme que por falta de espacio La Verdad se daría con la siguiente Cyber Nº 147 de febrero, lo que no ocurrió por la plácida particularidad de que, considerándose mi artículo «…importante, oportuno e interesante…», había sido enviado a Acción Social de la Armada Nacional, para su publicación en el Pañol de la Historia. Sin embargo, adjunta a la siguiente Cyber Nº 148 de marso 2013, se envió una copia de La Verdad duele a sus 5.000 subscriptores, en formato PDF preparado por mí.



Ascelerando el relato tenemos finalmente que a La Verdad duele se le dedicó todo el Fascículo Nº 50 del Pañol de la Historia de la Armada Nacional, publicado el 23 de abril de 2013, con una edición de 10.000 ejemplares en papel, destinados a sus subscriptores, siendo igualmente colocado en la correspondiente sección de la página de la Armada en Internet, abierto para su consulta “on line” en el mundo entero. Mejor reconocimiento y galardón no se consigue ni en sueños manipulados por el subconsciente. Fue un rotundo éxito, y con vida propia siendo una de esas historias que fácilmente se divulgan de boca en boca con el tiempo, recibiendo yo de vez en cuando comentarios de amables y solidarios lectores, que saben que sus palabras, independientemente del acento y la semántica que les pongan, siempre son valiosísimas para el autor.



Pero no sólo en estas complacientes acciones y manifestaciones, de divulgación y reconocimiento quedarían las cosas, ocurriendo luego el muy grato pronunciamiento de la más alta autoridad de la Armada Nacional que sigue a continuación.


El premio por proclamar la Verdad.





Grande fue mi sorpresa, y muy grata por cierto, cuando cuatro (4) meses más tarde, habiendo recibido la Cyber Corredera Nº 153, dada al público el 14 de agosto de 2013, en su página 8, bajo el título de «…Honroso Reconocimiento…», vi publicada la imagen de una nota que el Almirante Roberto García Márquez, Comandante de la Armada Nacional, había dirigido en junio de 2013, al Dr. Jorge Serpa Erazo, Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia, expresándole su saludo de agradecimiento por «…el sobresaliente trabajo realizado en la elaboración del fascículo Nº 50 del Pañol de la Historia…», dando el siguiente motivo que me complace sobremanera en reproducirlo:

«…Publicación con un excelente contenido temático que se constituye en una valiosa e importante herramienta, para mantener vigente la memoria histórica de la Armada Nacional y del país…»


En la elaboración del mencionado fascículo están, como mencionaba con anterioridad, los expertos colaboradores de Acción Social para quienes, muy orgulloso de la modesta parte que me corresponde como autor del «…excelente contenido temático…», me permito hacer extensivo el honorísimo agradecimientos del Comandante de la Armada, incluyendo de mi parte en estas efusivas expresiones de gratitud a los queridos amigos que dan cuerpo, vida y alma a la Cyber Corredera, cuna en la que se genera la inspiración que nos socorre en nuestra nostalgia, misiva que al recibirla alienta nuestro espíritu, y devorando sus mensajes llena de jolgorio nuestros corazones.


Terminado con las máquinas.

Luis Eduardo Schroeder Soto.
Alias: Mi Teniente Schroeder.

Sigue copia de la Nota del Comandante.











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