La marginación del Caribe colombiano




Estudio sucinto sobre cómo un mundo de riquezas incalculables en las bellas aguas del Caribe, puesto bajo la tutela y protección de Colombia, resulta insólitamente convertido en su “patio de atrás” y pronto es usurpado a manotazos por naciones vecinas amigas de lo ajeno.




Por:
Luis Eduardo Schroeder Soto.

Gotemburgo, Suecia, 2013.09.26
luiseduardo.schroeder@bahnhof.se


Estudios conexos:

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Anécdota acrílica. Sobre la visualización de la pérdida de aguas en el archipiélago Islas de San Andrés y Providencia. Publicado en la Cyber-Corredera Nº 146, diciembre 2012.

La verdad duele. Sobre la historia del rasponazo de 75.000 kilómetros cuadrados al mapa de Colombia, en aguas de San Andrés. Entregado con la Cyber-Corredera Nº 147, enero 2013, y publicado en el Pañol de la Historia, Fascículo Nº 50, de la Armada Nacional de la República de Colombia (2013.04.23-Ma.).


Los pactos que destrozan a Colombia. Estudio vehementemente crítico, y copiosamente ilustrativo, sobre las verdades detrás del absurdo descalabro de Colombia, en sus intentos de neutralizar la escandalosa agresión de Nicaragua, queriendo apoderarse del Caribe colombiano. Entregado como complemento de la Cyber-Corredera Nº 155, de (2013.10.29-Ma.).

Panamá, el departamento usurpado. Estudio vehementemente crítico, y gratamente ilustrativo, sobre la catastrófica pérdida de Colombia de su departamento de Panamá junto con su canal interoceánico, condenando categóricamente la traición de los aliados, que atizando a los hermanos del Istmo a declarar su independencia, se apoderan desvergonzadamente del pasaje interoceánico. Entregado como complemento de la Cyber-Corredera Nº 164, de (2014.09.04-Ju.).


Premio a la verdad proclamada. Reseña sobre la concepción, creación, publicación y suerte, de un par de artículos escritos acerca de las aguas caribeñas, perdidas en las rapaces manos nicaragüenses. Honroso Reconocimiento publicado en la Cyber-Corredera Nº 153 de (2013.08.14-Mi.)




Datos a priori.

La soberanía de Colombia sobre la Costa de Mosquitos, sus aguas, islas, islotes y cayos, y el archipiélago Islas de San Andrés, Providencia, Santa Catalina y todos los demás islotes y cayos que hacen parte de éste, era incuestionable con anterioridad a la firma del Tratado Esguerra-Bárcenas (1928.03.24-Sa.).

Sin embargo, mediante este Tratado de 1928, Colombia «…reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de Nicaragua sobre la costa de mosquitos comprendida entre el cabo de Gracias a Dios y el río san Juan, y sobre las islas Mangle grande y Mangle chico, en el océano atlántico…» de forma inaudita y sin fundamento legal, a cambio de que «…Nicaragua reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de Colombia sobre las islas de San Andrés, Providencia, Santa Catalina y todas las demás islas, islotes y cayos que hacen parte de dicho archipiélago de San Andrés…». Este tratado viola al menos quince (15) artículos de la Constitución Política colombiana, entre ellos el 102 que señala que el territorio, con los bienes públicos que de él forman parte, pertenece a la Nación, y como tal es inalienable, imprescriptible y no puede ser objeto de entrega a ningún título a otro país.

Pasados cincuenta y un (51) años, diez (10) meses y diez (10) días, detectando la vulnerabilidad colombiana en su ejercicio de soberanía, y movida por una insólita fiebre expansionista, Nicaragua desconoce (1980.02.04-Lu.) unilateralmente el Tratado Esguerra Bárcenas, a la vez que desvela sus intenciones de hacer suyo todo el archipiélago Islas de San Andrés y Providencia. Y así pasados veintiún (21) años, diez (10) meses y dos (2) días más, Nicaragua demanda ante la C I J soberanía sobre este archipiélago. Que esto está fuera de todo censo, está más que sabido, como también es horroroso el procedimiento de Colombia, no sólo haciendo posible que la C I J dirima en la demanda, sino que en plenas negociaciones preliminares al fallo, el Gobierno de Colombia ofrece pusilánimemente a Nicaragua, por intermedio de la Corte en La Haya, compensarla con las valiosas aguas conocidas con el nombre de «…Luna verde…» en donde se encuentra la langosta que se pesca de forma industrial por empresas colombianas, en un desgraciado paquete conocido con el nombre de «…Línea media…».

El resultado de esta asquerosa traición a la Patria se tiene diez (10) años, once (11) meses y trece (13) días más tarde, cuando la Corte Internacional de Justicia, falla (2012.11.19-Lu.) en la demanda de Nicaragua concediéndole derechos económicos sobre 40.575 kilómetros cuadrados de tierras correspondientes al Litoral de Mosquitos, más un total de 135.116 kilómetros cuadrados de aguas en el Caribe. Datos que incluyen la Costa de Mosquitos y sus aguas sobre el Caribe, que Colombia le entregara en conexión con el mencionado Tratado Esguerra Bárcenas, antes de efectuarse el fallo, de los que Nicaragua se había desprendido voluntaria y determinantemente (1980.02.04-Lu.).

Como era de esperarse, fue grande y dolorosa la sorpresa, e intensos el enojo y la frustración del pueblo colombiano ante inconcebible e inaceptable descalabro. Entonces se agudiza también la reacción populista de los desvergonzados políticos que gobiernan la Nación, quienes tradicionalmente complican aún más la precaria situación, optando por no aceptar el fallo de la Corte, a la vez que se destruyen los únicos canales existentes para un diálogo con las partes comprometidas. Ante esta insólita, desmedida y tardía reacción colombiana, que paradójicamente le cae muy beneficiosamente a Nicaragua, este país decide cerrar definitivamente todas las puertas de la negociación con Colombia, aprovechando para intensificar su agresión, presentando ante la Corte Internacional de Justicia, una nueva demanda contra ésta (2013.09.16-Lu.), como parte integral de un proceso de establecimiento de los límites marítimos en el Caribe, lo que implica delimitar su plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas.

De cómo es posible, que tan escandalosas pérdidas de territorio y aguas nacionales, hubieran podido acontecer, damos cuenta detallada en los estudios conexos anotados arriba, mientras que en estas páginas nos concentramos en reseñar, una de las otras razones por las que en la realidad, éstas se hacen posibles, o mejor definido, por las que un país vecino, amigo de lo ajeno, es inducido a usurpar. Estamos hablando de un tema poco mencionado en el ardiente debate sobre la adversidad colombiana en aguas del Caribe: la eterna, inaudita, y metódica marginación de ese Caribe colombiano.

El acoso en la época neogranadina.

Desde mediados del siglo XVI hasta 1739, el vasto territorio que constituiría el nuevo Virreinato de la Nueva Granada está bajo la jurisdicción del Virreinato de Lima. Para imponer su autoridad, limitada a causa de las largas distancias, la Corona establece un sistema complicado de gobierno teniendo como ejes centrales las Reales Audiencias de Nueva Granada, Quito y Panamá, sujetas al Virrey en Lima; y los capitanes generales en las provincias más importantes, dependiendo de estas Audiencias.

Tales Audiencias ejercen sus funciones con independencia de los virreyes del Perú y en directa comunicación con el Rey y los organismos centrales de la Corona, no obstante desde Madrid sea imposible mantener un verdadero control sobre sus funcionarios. Además, la Corona también promueve deliberadamente una cultura política, que tiene como uno de sus trazos dominantes, el conflicto permanente entre los diferentes agentes administrativos y una relativa anarquía en la toma de decisiones.

Felipe V de Borbón.
Con la intención de resolver por primera vez el problema de la dispersión de las provincias y de la ausencia de un poder central, Felipe V de Borbón, Rey de España [1700-1746], mediante Real Cédula (1717.04.29-Ju.), resuelve crear el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, y no demora mucho en acontecer que Santa Fe y Cartagena de Indias se disputen la sede virreinal, y el privilegio de la más alta autoridad del reino. Los cartageneros usan la posición geográfica de la ciudad como su principal argumento para sus ambiciones virreinales, destacándose la importancia económica y militar de la región caribe para España y la necesidad de fortalecer la autoridad imperial en las dispersas sociedades caribeñas. La élite de Santa Fe, por el contrario, basa su propia posición sobre la construcción de una imagen negativa de Cartagena, hablando sobre el clima pestilente del Caribe, su falta de luces, su escasa población, su geografía marginal y su falta de tradición burocrática.

Jorge de Villalonga.
Atemorizado por el desorden del Caribe, el Consejo de Indias decide como capital del virreinato a Santa Fe, y corresponde a don Antonio de la Pedrosa y Guerrero, señor de la Villa de Buxer y miembro del Real Consejo de Indias, fundar e instalar el nuevo Virreinato con su capital escondida en las alturas de los impenetrables Andes. Desde allí el primer Virrey Jorge de Villalonga, reina como única autoridad sobre un territorio de casi imposible tránsito, y pronto la Corona presencia el descalabro de un gobernante que no es obedecido por nadie más allá de los Andes orientales y de un Virreinato que no es capaz de reunir siquiera los dineros requeridos para pagar a sus funcionarios, por lo que pasados apenas siete (7) años fenece por serias deficiencias administrativas que obligan el restablecimiento de la Presidencia (1724.05.27-Sá.).

Pasados quince (15) años y casi tres (3) meses, un segundo intento de imponer una autoridad central en Santa Fe tiene lugar, reviviéndose el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, mediante Real Cédula expedida en San Ildefonso por Felipe V (1739.08.20-Ju.), agregándole mayor número de dominios de la Corona, entre los que está la provincia de Veraguas en la que entra la región de Nicaragua.

La necesidad de un gobierno que concentre el poder se torna en un asunto de mucha urgencia. Enfrentada a la perspectiva de una inminente guerra con los ingleses, España sabe que están planeando atacar sus puertos caribeños. Se teme que sus costas pobladas y dominadas por contrabandistas, se conviertan en un punto vulnerable. Madrid teme por la seguridad del puerto de Cartagena, su más grande fortificación en tierras americanas.

Sebastián de Eslava.
Sebastián de Eslava, nombrado por Felipe V de España como Virrey del Nuevo Reino de Granada, llega en agosto de 1739 a Puerto Rico con la escuadra de don Rodrigo de Torres y los refuerzos, y al enterarse de la caída de Portobelo en manos del Almirante Sir Edward Vernon (1739.11.22-Do.), emprende rápidamente el viaje a Cartagena a donde llega en (1740.04.21-Ju.). El nuevo virrey prefiere posesionarse en ceremonia en la plaza de este puerto y ha decido instalarse sin ver necesidad de subir a Santa Fe. Revisando todo una y otra vez, anota en su primer informe que «...en su proporción hay más oficiales que soldados...» y solicita se envíen tropas sin mandos. Don Blas de Lezo, célebre tuerto, manco y cojo General de la Armada, Comandante General de Cartagena de Indias, le ayuda aconsejándole. El gobernador don Pedro Fidalgo muere y queda encargado como interino el coronel Melchor de Navarrete del Batallón Fijo, quien notifica que todos en la plaza están prevenidos. Vientos de batalla envuelven a Cartagena de Indias. Ahora sólo resta esperar al enemigo.

Sin embargo, los mayores problemas de la ciudad son la falta de agua potable, y el propio trópico nada saludable para aquellos de delicada salud. Fuera de los naturales decaimientos de ánimo y sudores constantes se tiene el flagelo de varias enfermedades terribles como el vómito negro, la lepra o el mal de San Lázaro, el pasmo o convulsiones, y un insecto llamado "culebrilla", que causa un tumor que suele terminar en gangrena. Don Blas de Lezo, exasperado porque no recibe la menor ayuda del virrey de México, ni del presidente de Santa Fe, ni de nadie, utiliza la autorización que le había llegado y pide ayuda a las colonias francesas.

Desde marzo de 1740, el Almirante inglés Sir Edward Vernon, viene hostigando a Cartagena con una escuadra de 14 navíos y 2 bombardas. Bloqueado el puerto, lo bombardea para prender fuego a las casas de la ciudad empleando balas forradas con lona «... alquitarada con cierto mixto…», y después de fortificarse debidamente en Jamaica, pasado un año se decide atacar a la ciudad amurallada (1741.03.13-Lu.). A las nueve de la mañana son avistadas en el horizonte las velas de su enorme armada, e inmediatamente se da la alarma en la plaza. La población entera queda atónita ante el espectáculo que crece ante sus ojos. El Almirante Vernon se presenta comandando la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares, con una dotación de 2000 cañones dispuestos en 186 unidades a flote, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte, trayendo 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. En la expedición vienen 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del legendario general George Washington. En la historia naval sólo se conoce una congregación de buques en un área de combate mayor en número a los que componen la flota que trae Vernon contra Cartagena, y es la que opera en el famoso desembarco en Normandía durante la segunda guerra mundial.
Ataque de Vernon a Cartagena.

Dos días toman los ingleses en su maniobra de aproximación desplegando en plan de cerco sus unidades a flote. Las gentes de dos ciudades completas se han puesto cita en este día para dar batalla en la que se decidirá el destino de todo un continente: la una sumando casi 20.000 habitantes, malamente defendidos por 7 barcos, 1.100 soldados veteranos, 400 bisoños, 600 marineros, 300 milicias y 600 indios, negros y mulatos, esto es, apenas 3.000 hombres de tropa, pero con pie en tierra y una moral prendida con los ánimos de dar la vida defendiendo su plaza; la otra con casi 29.000 hombres venidos a bordo de 8 grandes navíos de tres palos, 28 de línea, 12 fragatas de combate, 130 transportes y algunos brulotes, guerreros todos: 9.000 hombres de desembarco, 2.000 negros macheteros de Jamaica, 15.000 marineros y la escuadra angloamericana compuesta por 2.763 marines. En tierra parece haberse detenido el tiempo y los largos años de preparativos para la defensa de la ciudad de pronto nunca existieron: el desorden es total, las gentes corren en todas direcciones en tremendo griterío, movilizando armamento, trayendo y llevando pertrechos, sin quitar la mirada del horizonte blanqueado por miles de velas enemigas.

Sir Edward Vernon.
Los de peluca blanca vienen envalentonados y seguros de conseguir una rotunda victoria sobre la supuesta vulnerabilidad de las defensas del Imperio español, y ya ven en su poder la "Perla de las Antillas" desde donde conseguirán apoderarse luego de Nueva España y el resto del continente. Desde un principio se nota la superioridad de los ingleses, quienes mediante acciones fáciles se van adueñando de los alrededores de la ciudad fortificada y despliegan la flota bloqueando la entrada al puerto, y tras silenciar las baterías de los fuertes desembarca tropas y artillería. Algunos vecinos creen que se ha de perder la plaza y se apresuran a abandonar la ciudad para ponerse a salvo. Durante 16 días con sus noches los invasores no cesan el cañoneo sobre el castillo de San Luis de Bocachica defendido por 500 hombres, dándose un promedio de «...62 grandes disparos por hora...». Aunque la defensa de Bocachica es heroica con Lezo y Des Naux peleando en primera fila, los defensores se ven obligados a evacuar sus posiciones ante la abrumadora superioridad enemiga, y optan por replegarse totalmente a la Fortaleza de San Felipe de Barajas, viéndose obligados a hundir los dos únicos navíos que quedan, con el ilusorio objetivo de impedir la navegación por el canal de Bocagrande, pero el sacrificio resulta en vano.

La noche del 19 al 20 de abril, cumplido un mes y cinco días de combate, se dan los hechos decisivos. El avance de los invasores es lento por el pesado equipo de guerra que transportan y por el fuego de fusilería desde las trincheras de la fortaleza que los obliga a tenderse con frecuencia. La confusión se desata entre los atacantes que no disponiendo de fajinas y materiales para facilitar su situación en las proximidades del fuerte, quedan presa bajo el nutrido y certero fuego que arrecian los defensores desde lo alto, causando una espantosa matanza.

Al amanecer, el espectáculo es macabro: cientos de muertos yacen por todas partes, mutilados y heridos vagan como espectros alrededor de San Felipe, y a la brava salida de los españoles cargando a bayoneta calada, el pánico entre los pocos asaltantes sobrevivientes es total. La hecatombe inglesa es un hecho. Aún así, el bombardeó inglés prosigue desde el mar por 30 días más sin un objetivo claro, y pronto el cólera y el escorbuto comienzan a provocar decenas de muertos que por lo desesperado de la situación son arrojados fuera de borda y flotan a la deriva en las aguas de la bahía. Lentamente y sin cesar de cañonear la ciudad, el almirante inglés cubre su retaguardia y los restos de la flota va desalojando las aguas cartageneras. Las últimas naves dejan el escenario de la batalla el 20 de mayo, después de dos (2) meses y cinco (5) días de frustrada batalla y sacrificio humano con una pérdida de cerca 18.000 hombres debida tanto a las balas de los defensores, como a la disentería y el escorbuto. Cinco barcos son incendiados antes del zarpe por falta de tripulación y uno más es hundido durante la penosa trayectoria de vuelta a Jamaica. Las naves que siguen en crucero navegan silenciosas convertidas en hospitales flotantes.

Blas de Lezo.
El ataque de Vernon a Cartagena de Indias en 1741 es sin duda uno de los hechos de mayor importancia que se hayan registrado en los mares del Nuevo Mundo después de su descubrimiento, pudiéndose inclusive agregar que se trata de uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia de las Américas, de cuyo resultado dependió el futuro de todo el continente. De haber vencido Vernon en Cartagena, la historia habría dado un vuelco total: la Gran Bretaña se habría apoderado de la Nueva Granada y haciéndose fuerte en ésta, el siguiente paso hubiera sido incluir en sus dominios a Nueva España, y haciendo del Caribe un mar inglés, hubiera dominado el hemisferio entero. Además, España derrotada en América entraría en apuros y se habría visto obligada a ceder espacio en la propia Europa. Por lo mismo, la victoria española de 1741 aseguró por unos setenta años más la hegemonía colonial de la Corona y el heroísmo de Eslava, Lezo, Des Naux, sus guerreros y los valientes habitantes de Cartagena hicieron desistir a Inglaterra de nuevas incursiones, por lo menos en el Caribe. Por otra parte también se debe reconocer, que con una victoria de los ingleses, el destino de aquel hemisferio insular, hubiese sido muy diferente a la parsimoniosa marginación de la que será victima el resto de sus días venideros.

Absorbido por los deberes de la guerra contra los ingleses y por la batalla contra el contrabando, Eslava no deja esta ciudad. Durante sus nueve (9) años de gobierno no pone su pie en Santa Fe ni una sola vez. Gobernar los puertos caribeños de la Nueva Granada desde los Andes se sabía ya una tarea imposible. No obstante, no son muchos los virreyes que desean imitar a Sebastián Eslava, siendo su mayor preocupación, junto con la élite criolla santafereña, la de imponer la autoridad de Santa Fe sobre Cartagena.

Cartagena de Indias.
Sin embargo, el forcejeo por el predominio económico y político entre la élite caribeña de Cartagena y la andina de Santa Fe, evidente desde principios del siglo XVIII, adquiere su mayor intensidad en el decenio de 1790. Una nueva clase de comerciantes y hacendados criollos ilustrados toma forma en el Caribe alrededor del Consulado de Comercio. Desde este organismo estructuran una visión del progreso de las provincias marítimas del Caribe íntimamente ligado a la expansión insular y a las posibilidades de un comercio intenso con los puertos anglosajones.

Cartagena es el centro de uno de los tráficos más importantes de la América española y del Caribe en general. Sus barrios amurallados sirven de sede a la más grande factoría de esclavos provenientes de África con destino a sitios tan disímiles como el interior de la Nueva Granada, Perú y Cuba. La harina anglosajona transita igualmente hacía el interior del reino a través de Cartagena. Sin embargo, el siglo XVIII es de profunda decadencia para la ciudad, hasta el punto de que a finales de la centuria, los pocos intentos por crear plantaciones azucareras esclavistas se encuentran en la ruina. El contrabando de harinas, ropas y en general de toda clase de productos básicos se convierte en la principal actividad económica no sólo del puerto sino de todo el Caribe.

Santa Fe.
Santa Fe, la capital del virreinato, está situada a 1.154 kilómetros del puerto de Cartagena y a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. El viaje de subida de Cartagena a Santa Fe dura, en el mejor de los casos, algo más de 40 días y en el peor cerca de tres meses. No obstante su evidente encerramiento, al abrigo de su aparente preeminencia, se forma en la sede virreinal un extendido y poderoso grupo de burócratas, comerciantes y hacendados criollos unidos además por lazos de parentesco. Centro económico de una intensa actividad agrícola, en particular de producción de harinas, sus dirigentes, incluidos los virreyes que la habitan, conciben el progreso de la Nueva Granada basado en el crecimiento y prosperidad de esta agricultura, la que en definitiva alimenta al mayor número de pobladores, en su mayoría indios y mestizos. El resultado final tiene las características de un verdadero desastre. Ni las harinas ni los azúcares traídos de las faldas y llanuras de los Andes orientales pueden competir con las que llegan, más frescas y más baratas, de cualquier punto del Caribe. El contrabando, por lo tanto, a pesar de las grandes cantidades de dinero que se invierten en su control, en vez de disminuir crece hasta dominarlo todo.

Cartagena, la perla del Caribe, está en pleno contacto y mantiene fluente comercio con la enorme cantidad de grandes y pequeños puertos en innumerables islas en ese enorme mar, entre los que entran las Islas de San Andrés y la parte de la Costa de Mosquitos, involucradas recientemente mediante Real Cédula (1803.11.30-Mi.) de Carlos IV, al Virreinato del Nuevo Reino de Granada, siendo segregadas de la Capitanía General de Guatemala, pero infelizmente la parte administrativa con sede en Santa Fe, descuida desde un comienzo el control de esas importantes y estratégicas posiciones, y así es que ya fuese por inaudita falta de tiempo o amanuenses despiertos, no quedan ni siquiera registradas en las Relaciones de Mando de los virreyes, en conexión con sus relevos en el gobierno.

En 1809 en medio de una grave carestía de alimentos, comerciantes, hacendados, altos militares y burócratas cartageneros empiezan a exigir el derecho a comerciar libremente con las excolonias anglosajonas del norte y las islas del Caribe. La crisis política y militar de España agrava las cosas. A lo largo del primer decenio del siglo XIX se pueden contar con los dedos de las manos los barcos españoles que transportan mercancías al Caribe colombiano. De modo que en agosto de 1809 los comerciantes y hacendados del puerto de Cartagena se declaran en abierta rebeldía contra el gobierno de Santa Fe. La reunión del cabildo de Cartagena (1809.08.19-Sá.) muestra la nueva dirección que toman las relaciones con la capital. El cabildo va más allá de la simple apertura del puerto al comercio libre, lo que en otras palabras significa no reconocer la autoridad de Santa Fe. A partir del manifiesto de Cartagena desaparece toda posibilidad de integrar pacíficamente estas dos regiones en una nación.
Junta Suprema de Gobierno en Santa Fe, 21 de julio 1810.

Pasado un (1) año suceden cosas cruciales en conexión con el nacimiento de un gobierno autárquico (1810.07.21-Sá.) y la formación de una Junta Suprema de Gobierno en Santa Fe, y así empieza la feliz época de la emancipación, y con ella el censurado clímax del total libertinaje. En Cartagena se presencia la expulsión del gobernador español, y en Sana Fe la de su virrey. A los ocho (8) meses largos de aquel sábado 21 de efervescencia y calor, en Santa Fe el Serenísimo Colegio Constituyente Electoral aprueba la Constitución monárquico-republicana del Estado de Cundinamarca (1811.03.30-Sá.), y casi ocho (8) meses más tarde, las provincias que no aprobaron aquel Estado centralista, se declaran en Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada (1811.11.27-Mi.) en la que entra Cartagena. La Federación toma como capital la ciudad de Tunja en Boyacá. El Cisma político con su hermana la Anarquía, reinan a forma de sucesivas guerras civiles en todo el territorio de lo que antes se llamaba Virreinato del Nuevo Reino de Granada.

Las élites criollas en ambas capitales empiezan a concentrar en sus manos el poder político, y en medio del caos el Caribe se libra de obedecer la autoridad central de los Andes. Empero, Cartagena depende para su supervivencia del dinero procedente de las provincias del interior del país, aunque se identifique como república independiente, como lo hacen todas las que entran en la mencionada Federación de las Provincias Unidas.

Simón Bolívar.
Súbito, irrumpe un aprendiz de Libertador que todo lo destroza introduciendo su abominable patente de guerra xenófoba y letal (1813.06.15-Ma.), con la que no sólo desintegra lo creado por aquella cadena de magnánimos Borbones, sino que mantiene en la más profunda inopia a los pueblos de la otrora privilegiada Tierra Firme, que apenas empezaban a ilusionarse con la idea de alcanzar su independencia. Después de destruir la Segunda República de Venezuela, evacuando forzadamente su capital Caracas (1814.07.07-Ju.), destino a la muerte en masa de su habitantes, Simón Bolívar deserta de sus costas en Cumaná (1814.08.26-Vi.), y refugiándose luego en la tierra de los neogranadinos (1814.09.19-Lu.), se convierte en el Pizarro de la Nueva Granada, plagiando la estrategia de aquél legendario conquistador del Imperio de los Incas (1531). Bolívar se alía a uno de los dos hermanos en disputa por el mando de su nación, siendo en este caso dos bloques políticos definidos que a la sazón tienen dividido el territorio entre sí: los centralistas con Antonio Nariño y Manuel de Bernardo Álvarez y Casal, presidente del Estado de Cundinamarca, teniendo como capital a Santa Fe de Bogotá; y los federalistas con Camilo Torres presidente de la República de Tunja y a la sazón presidente también del Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, teniendo como capital y sede a la ciudad de Tunja. Engañando a los dos hermanos como lo hace Pizarro, se apodera de sus países.

Cegado el Caraqueño por la sed de venganza de su fracaso en Venezuela contra el primero que se le atraviese por su camino, desenvaina brutalmente su espada libertadora y avanza contra un pueblo hermano que nunca ha sido enemigo suyo, y así después de destruir y humillar a su capital Bogotá (1814.12.12-Lu.), convertido en el Nerón de Bogotá como él mismo se autodenomina, se lanza contra Cartagena iniciando (1815.03.27-Lu.) un cruel sitio en combinación con múltiples despiadados ataques, que duran cuarenta y un (41) días. Sin lograr vencer a la Ciudad Heroica, Bolívar capitula (1815.05.08-Lu.) ante su defensor el General Manuel del Castillo, y temprano al día siguiente (1815.05.09-Ma.) deserta del territorio de la Confederación embarcándose en un bergantín inglés, dejando tras de sí una nación humillada, en bancarrota y en plena anarquía, un pueblo desangrado, demacrado, confundido, indefenso, un ejército traumatizado, engañado, diezmado, descompuesto, con su plaza principal Cartagena que lo protegiera durante siglos contra sus enemigos, en las más deplorables condiciones y sus gentes muriéndose de hambre y enfermedades. De las tropas puestas a órdenes de Bolívar solo quedan unos cuantos desarrapados que no han logrado desertar.

Así es que el gran Libertador rinde a los pies del Pacificador Pablo Morillo los restos de lo que fueran el Estado de Cundinamarca y la Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, un par de hermanos que de estar unido hubiesen constituido de todas maneras lo que nosotros llamamos República Neogranadina, que la posteridad desinformada conocerá con el nombre de Patria Boba, por creer en libertadores ecuánimes, que obviamente no existen.

Pablo Morillo.
A los cuarenta y un (41) días que dura el sitio de Bolívar a Cartagena, se suman ciento ocho (108) días perpetrados por el Generalísimo Pablo Morillo, sumando en conjunto ciento cuarenta y nueve (149) días en un mismo año. Bolívar no entra a las murallas, lo que sí hace Morillo siendo recibido por hombres y mujeres desarrapados, vivos retratos de la muerte que se agarran a las paredes para andar sin caerse; tal era el hambre horrible que habían sufrido, que veintidós días hacía que no comían otra cosa que cueros remojados en tanques de tenería. El suplicio que Bolívar y Morillo causan a la Ciudad Heroica es una de las mayores fatalidades registradas en la Historia de la Nueva Granada, alias Cundinamarca, alias Colombia si se desea. La ciudad pierde la mitad de su población, muriendo 6.613 personas, y queda sumida en un letargo de muchos años privada de su eminente posición que tuviera durante siglos[1]. Cartagena deja de ser el centro del poder regional caribeño. Sobre ella sólo se escucharán lamentaciones, y sobre Mosquitos y San Andrés no se sabrá nada.

La marginación en la época grancolombiana.

Los años de peste con Morillo se funden con los años de cólera de Bolívar, y como si no fuera suficiente con ese Viacrucis, llega el taciturno día en que en Angostura sobre el enorme Orinoco (1819.12.17-Vi.), un par de neogranadinos sin oficio, seudo-representando a un pueblo que apenas pasando la horrible noche se había hecho libre en Boyacá (1819.08.07-Sa.), por sólo seguirle la corriente a una patrulla de entusiastas bolivaristas, relegan lo que iba en camino a convertirse en República de Cundinamarca, al miserable grado de departamento en un embrollo político con aires de instrumento de guerra, de alianza xenófoba, de federación centralista, y de república disgregada, a lo que se le da el sofisticado nombre de República de Colombia (la Grande). Nadie en la tierra del chocolate santafereño, y los tamales boyacenses, ha tenido tiempo, interés y medios para importase de lo que exista fuera de las costas sobre el enorme Mar Caribe. No existiendo mapas que muestren la tierra que se pisa, quién va a extrañar entonces la falta de cartas marinas que muestren el camino para llegar a Mosquitos o San Andrés.

San Andrés y Providencia.
No obstante, dos y medio (2½) años lleva de vida Colombia (la Grande), cuando en la Isla de San Andrés se iza por primera vez el tricolor colombiano (1822.06.23-Do.), adhiriéndose el Archipiélago a la Constitución de Cúcuta (1821.10.03-Mi.) que ratifica la formación del embrollo mencionado antes. O sea que los isleños se la piensan largamente, antes de decidirse a integrarse a aquella mística nación que país ninguno en el mundo hubiera reconocido hasta entonces, lo que indudablemente da señales de haber contado con otra alternativa, pero lo más contundente del caso es que son ellos, los propios sanandresanos, quienes a nombre del archipiélago ntero deciden su futuro, y no Bogotá, como tampoco fue automática su adhesión cuando el Departamento de Cundinamarca así lo hiciera por propia cuenta. Trascendental es también el hecho de que el Litoral de Mosquitos queda por fuera de este significativo espectáculo.

Un año antes de que Simón Bolívar esté de vuelta en territorio colombiano (1826.09.12-Ma.), de regreso del Sur en donde corona su gloria, «…que nadie se la quiere quitar…», libertando al Perú y Bolivia, y trayendo consigo su aborto de Constitución Boliviana, con la que emprende la inaudita destrucción de Colombia (la Grande), antes de que esto acontezca y siendo Vicepresidente de ésta, a la vez que Presidente del Departamento de Cundinamarca, el neogranadino Francisco de Paula Santander, a razón de tenerse en Bogotá noticias sobre las libertinas incursiones de Inglaterra en las lejanas tierras de la Mosquitia, Colombia (la Grande) firma el Tratado Molina-Gual (1825.03.15-Ma.), también conocido con el nombre de «…Convenio de unión, liga y confederación perpetua entre Colombia y Centro América…», con las Provincias Unidas del Centro de América, a las que pertenece Nicaragua, reconociéndose la validez de la Real Orden de 1803, y la soberanía de Colombia sobre la Costa de Mosquitos y las islas de San Andrés, de conformidad y respetando el “uti possidetis iuris “de 1810[2].
República de Colombia (la Grande), 1821.

Comentario sobre el mapa.
Este es un excelente producto de la más alta tecnología gráfica de nuestros días, que con una sencillez extraordinaria, muestra la grandeza territorial de esa cuasi media federación republicana, que apenas alcanza a los ocho (8) años, siete (7) meses y diez (10) días de vida, contados desde la fecha de su ratificación en la Villa del Rosario de Cúcuta (1821.10.03-Mi.) hasta la de su desintegración (1830.05.13-Ju.). Por aquellos días apenas se tendrían mapas que se extendieran con algunos detalles hasta las afueras de su capital Bogotá, lo que nos hace pensar que posiblemente, de haberse tenido a mano una imagen de la magnificencia territorial como es ésta, posiblemente hubiese contribuido a que perdurara por muchísimos años más, o a lo mejor lo contrario, o sea que la República de Cundinamarca se hubiese abstenido de relegarse a simple departamento; en ambos casos sin embargo, se hubiera tenido más foco sobre aquella lejana franja costera por el Noroeste, y las enormes aguas por el levante albergando bellísimas islas, islotes, cayos y bajos, junto con inmensurables riquezas marinas y submarinas.

F. P. Santander.
Esto está debidamente registrado y aclarado no quedando la menor duda de la «…Incuestionable soberanía de Colombia…», pero poco se menciona sobre las prioridades que esa Colombia (la Grande) tiene por estos mismos días en conexión con los lejanos lares del Caribe, que curiosa e infelizmente para nada mencionan a Mosquitos y San Andrés. Hay ganas de pelear, hay dinero, hay tropas y se tienen naves nuevas para navegar por aquellas aguas, pero sólo poniendo proa hacia objetivos de mayor calibre e importancia. Mientras que el alias Libertador mantiene en Lima, Perú, negociaciones secretas con agentes europeos sobre adelantados planes para coronarse, Colombia (la Grande) gobernada desde Bogotá por Francisco de Paula Santander, tiene lanzados planes para invadir a Cuba y Puerto Rico, y si los EE. UU. no levantan su dedo amenazador para que se abstenga de intervenir, por el supuesto temor al efecto que produciría en los estados del Sur la emancipación de los esclavos antillanos que se supone con tal acción, el Vicepresidente Santander, habiendo obtenido del Congreso (1825.02.08-Ma.) autorización para operar militarmente sobre Cuba, tiene ya un adelantado plan para empezar con un bloqueo a La Habana, y sólo aguarda de Europa un (1) navío de 74 cañones que se llamará Bolívar, dos (2) bergantines y dos (2) fragatas de 44 cañones, seguro de que estas unidades a flote, adicionadas a las que ya tiene la república, «...acabarán con la escuadra española...»[3]. Y lo mejor de todo es que estas adquisiciones ya están pagadas puesto que la Nación ha hecho un cuantioso empréstito a la Gran Bretaña, «...la señora de las naciones...».

Para esos rebuscados planes con ínfulas de potencia bélica sí hay tropas, armamento, vituallas, recursos de todo género, arrojo y tiempo de sobra, como también lo ha habido sin problema alguno para satisfacer las frecuentes demandas de «…mande dinero y mande tropas…» provenientes del General Bolívar por los lares del Imperio Inca durante tres (3) años largos, libertando y creando países [1823.08.07-1826.09.12], todo a costillas de los neogranadinos, alias cundinamarqueses, porque los venezolanos y los ecuatorianos no aportan sino problemas. Pero para levantar un mísero palo en la Costa de Mosquitos, en el que se pueda izar la bandera tricolor, y mucho menos para llevar tropas allí, y así ejercer soberanía sobre esas playas de insectos, no se tiene ni planes, ni tiempo, ni ganas, ni nada, porque eso ¡No genera Gloria a celebrar con champaña!

Entre más avanzamos y nos profundizamos en las páginas de la historia de nuestra querida nación, más invisibles y más lejanos se van tornando Mosquitos y San Andrés. Descuartizada (1830.05.13-Ju.) Colombia (la Grande) por acción del aborto de constitución Boliviana inicuamente introducido por el gran Bolívar, una vez llegado a recuperar el mando supremo «…que nadie se lo quiere quitar…», …pasado él a su turno a mejor vida (1830.12.17-Vi.), por obra de la Hoz que regula el ritmo de la historia, …constituida Nicaragua en república independiente (1838.04.30-Lu.), …constituida igualmente y por fin la presunta soberana de Mosquitos y San Andrés, en República de Colombia sin eso de “lo Grande” (1886.08.04-Mi.), …y de súbito… apareciendo (1902.01.18-Sá.)[4] un par de continentales vecinos, con megaproyectos en común, pero con serios problemas de convivencia, se interesan misteriosamente en las bellas posesiones de la siempre amargada Colombia, por lo que por fin se ven tendencias por los corredores de las cancillerías en Bogotá, de sacar a flote de las aguas del olvido a la Mosquitia y San Andrés, pero infelizmente, como bellas y codiciadas perlas que en verdad lo son, renacen destinadas a un viacrucis aun peor, del que nadie en nuestros días podrá librarlas si no se hacen malabares con lo imposible.

Encontrándonos ya a principios del siglo XX, en que acontece el grueso de lo que trata nuestro estudio, que lamentablemente no es más grato de lo reseñado en nuestras páginas ya empleadas… “Recargamos nuestra pluma y apretamos la marcha yendo con cautela”.

La adversidad secundada en la época colombiana.

Como sugiere el título, la adversidad de nuestro país en el hemisferio del Caribe, no viene sola por contingencias del destino, sino es secundada, o acarreada igual y simultáneamente por terceros agentes, en este caso gobiernos de naciones que codician su riqueza territorial altamente estratégica. Estos países tienen nombre propio, y son los mismos que están detrás de la trágica pérdida de Colombia de su Departamento en el istmo de Panamá, y del reciente e inaudito detrimento de sus aguas territoriales en el Archipiélago de San Andrés y Providencia, porque desgraciadamente es así, que este par de monstruosas tragedias en la Historia de Colombia, están íntimamente relacionadas entre sí. Esto lo desvelamos, lo demostramos y lo sostenemos exhaustiva y minuciosamente en estudio aparte, cumpliendo sin embargo a lo largo de estas páginas, en señalar y sancionar somera, aun severamente, las contingencias relacionadas con el área del mencionado Archipiélago.

Los agentes infractores que tanto daño le han causado a Colombia, son los ambiciosos y desvergonzados gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica y de la República de Nicaragua en Centroamérica, un delicado tema que estudiamos por separado, limitándonos aquí a la tarea de…

resumir ciento diez (110) años, diez (10) meses, y diez (10) días, de horrorosa y azarosa adversidad de Colombia en el Caribe [1902.01.09 - 2012.11.19], en un (1) párrafo que toma cuatro y medio (4½) minutos en ser leído.

Habiéndose decidido EE.UU. por un canal por Nicaragua (1902.01.09-Ju.), pero azuzados luego por un súbito e insólito golpe de fortuna, que maléficamente ven en las, a la sazón, adversas circunstancias que afligen a Colombia, con su canal en construcción por el Istmo de Panamá entrado en quiebra (1889.02.04-Lu.), junto con una larga y sangrienta guerra fratricida que la debilita y empobrece, la llamada Guerra de los Mil Días [1899.10.17-1902.11.21], a lo que se suma un Golpe de Estado (1900.07.31-Ma.), y repetidos intentos de rebelión sediciosa en el Istmo, los EE. UU. ven en esto el chance de apoderarse fácilmente de su canal, y así resuelven dejar a los nicaragüenses solos con sus grandes ilusiones (1902.01.18-Sá.). En venganza contra los colombianos, que supuestamente son los que le estropean sus ambiciones, Nicaragua se alía con los rebeldes en el Istmo, y contribuye a que Colombia pierda a Panamá y su canal (1903.11.03-Ma.) paradójicamente en manos de EE.UU., que en realidad son quienes la desprecian. Con un canal en construcción arrendado por una centuria, y ante el peligro de que a su rival Inglaterra, se le ocurra abrir el despreciado canal por Nicaragua, los EE.UU. vuelven a engañarla, en esta ocasión a firmar el Tratado Chamorro-Bryan (1914.08.05-Mi.), concediéndole a perpetuidad los derechos para la supuesta construcción de ese segundo canal por su territorio, y el arriendo por un término de 99 años prorrogables, de las islas Mangle grande y Mangle chico. Asegurándose luego los EE.UU. de que, tanto estas mencionadas islas, como la Costa de Mosquitos, territorios y aguas todos de soberanía colombiana, pasen a propiedad de Nicaragua haciendo así realizable lo que persiguen con el mencionado Tratado Chamorro-Bryan, inducen tanto a Colombia como a Nicaragua, a firmar el nefasto Tratado Esguerra Bárcenas (1928.03.24-Sá.), con el que la primera pasa a la segunda los aludidos territorios. Ocurriéndosele de súbito a Nicaragua apoderarse también del Archipiélago de San Andrés, siguiendo su maléfica tradición de siempre vengarse contra Colombia, desconoce lo acordado con el Bárcenas (1980.02.04-Lu.), y pone en marcha un descarado ardid tergiversando desvergonzadamente la historia regional a su antojo, con lo que engaña a la C I J (2001.12.06-Ju.) poniéndola de su parte para arrebatarle a Colombia el Archipiélago de San Andrés entero. Apenas empezando la Corte a poner en marcha su felón proceso, Nicaragua pretende, primero dar falsas señales a la C I J sosteniendo su presunta soberanía sobre el Litoral de Mosquitos, y segundo herir a su odioso confabulado EE.UU., destapando sus proyectos de aliarse, como en efecto se alía, con la emergente potencia China (2012.08.20-Lu.), el gran adversario comercial de aquél, para con su dinero y tecnología construir por su propio territorio, aquel canal de sus frustrados ensueños, y así cambiarle la cosmética y darle un nuevo liderazgo a la importantísima zona estratégica en Centroamérica, que durante siglos ha sido celada por los todopoderosos Estado Unidos de Norteamérica. Finalmente, en un juicio que se enturbia por ciertas anomalías de procedimiento, la C I J falla (2012.11.19-Lu.) a favor de Nicaragua concediéndole de vuelta el Litoral de Mosquitos con sus aguas, del que se había desprendido (1980.02.04-Lu.), agregándole 75.000 kilómetros cuadrados de aguas colombianas en el Archipiélago de San Andrés. De esta horrible noche Colombia apenas se está despertando, y su gobierno de turno, aparentando gran sorpresa y estupor, improvisa medidas para evitar la desgracia fallada en La Haya, que entorpecen en grado sumo la ya complicada y agotadora contienda entre Colombia y Nicaragua.

Finalizando en esta forma nuestro estudio, nos atrevemos a sostener que…

Cumplidos dos cientos dos (202) años, tres (3) meses, y veintiocho (28) días, de haber preferido el camino de la autarquía y la libertad [1810.07.21 - 2012.11.19], y con ello la responsabilidad de respetar y proteger nuestro suelo patrio, lo adelantado y alcanzado con los territorios y aguas nacionales en el Caribe colombiano, es imperdonablemente desastroso, yendo inclusive en camino de un descalabro aún mayor.

Terminado con las máquinas.

Luis Eduardo Schroeder Soto.






[1] Luis Eduardo Schroeder Soto: El voto de Bolívar, sin exceptuar una paja.
[2] Criterio según el cual los límites entre estados hispanoamericanos se determinarían con base en los títulos de demarcación territorial que poseyeran los antiguos dominios de la Corona española en 1810.
[3] Palabras de Santander en carta a Bolívar, desde Bogotá el 6 de junio de 1825.
[4] Fecha en que los EE.UU. se deciden por un canal interoceánico por el Istmo de Panamá.




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